
En principio, no me apetecía una historia que pronosticaba triste. Las mujeres en las cárceles inmediátamente después de la guerra civil y una España pobrísima y gris en todos los aspectos, se nos muestra en esta gran novela, de ágil lectura.
En mi pueblo, parece ser que se pusieron de acuerdo las fuerzas vivas: el maestro, el alcalde y el cura, para que no hubiese represalias, ni denuncias entre los vecinos. Lo consiguieron. No hubo fusilamientos, ni cárcel, aunque alguna familia era comunista o socialista.
La postguerra, no fue tan buena. El hambre, las enfermedades, demasiados hijos y una religión donde el luto y el dolor se premiaba con el reconocimiento de la sociedad. Mi madre y sus hermanos lo pasaron mal, muy mal. Cuando ella se disponía a recordar, lloraba. Ni mi hermano ni yo, queríamos verla sufrir, así que la hacíamos callar.
Muchos autores han elegido "no callar", ahí encontramos a Almudena Grandes con El corazón helado y en su último libro (regalo de los Reyes), Inés y la alegría.
En el blog, mi casa es mi mundo, en estos días aparecía una estupenda crónica del El arte de volar, que tampoco me quiero perder.
Y para los que no tienen tiempo de leer y les guste el cine, tendrán que estar pendientes a que Benito Zambrano termine la película sobre "La voz dormida".
Anotado a la lista, la verdad que tiene muy buena pinta :)
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