Siempre que caigo en un bunker, recuerdo las palabras de mi mejor compañero de golf: "yo no practico por que se me manchan los zapatos", hasta pone la voz de niño pequeño curiosito. En mi caso, termino con arena en el pelo, por la cara y dentro de la ropa. Parecemos dos niños jugando en la playa.
Da la casualidad que el golpe desde la arena es similar al que hace un niño con la pala para llenar su cubito, la bola sale del bunker montada en el palo con la tierra.
Ya decía yo por qué hay tanta arena en casa, jajaja.
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